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¿La harina es adictiva? Mitos y verdades

¿La harina es adictiva?
Verdades y mitos con la mirada puesta en una alimentación sana

Cambiar la alimentación es un tema problemático. Empezar una dieta y mantenterla puede convertirse muchas veces en una tortura. Puede que uno de los motivos sea que algunos derivados de la harina generan síntomas parecidos a las sustancias adictivas, pero ¿es realmente adictiva la harina?

La cuestión no es sencilla de responder. Algunos alimentos que contienen harina, especialmente aquellos ricos en carbohidratos refinados y azúcares, pueden provocar una respuesta de recompensa en el cerebro similar a la de las sustancias adictivas que todos conocemos, como el tabaco, la morfina o la cocaína, por ejemplo. Esto varía de persona a persona, y dependen de factores genéticos, ambientales, psicológicos y sociales.

Cuando se consumen este tipo de alimentos el cuerpo experimenta un aumento rápido en los niveles de azúcar en la sangre, lo que estimula la liberación de dopamina, un neurotransmisor asociado con el placer y la recompensa. Esta respuesta suele crear una sensación de bienestar temporal y aumentar el deseo de consumir más alimentos con estos ingredientes.

Las consecuencias negativas derivadas de consumir estos alimentos es bien conocido, como el aumento del riesgo de obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares, pero poco se tiene en cuenta en general la dificultad y la fuerza de voluntad requerida para realizar un cambio y evitarlas se dificulta por este aspecto fundamental. Nos cuesta porque lo asociamos al placer, a una sensación agradable que opaca los riesgos de aumentar y mantener la ingesta de estos alimentos, y ya que los efectos negativos se producen a mediano y largo plazo, solemos desestimarlos y nos damos cuenta cuando ya es tarde, y en muchos casos la decisión de cambiar recién se produce cuando la condición se vuelve de una gravedad ineludible. En resumen, una recompensa rápida y estimulante como comer algo delicioso hoy, versus problemas que deberá enfrentar un futuro “yo”.

Tanto es así, que para lograr el objetivo de comer saludable deberemos enfrentar una abstinencia donde el desgano, los dolores fuertes de cabeza, la irritabilidad, la fatiga, las nauseas y el cansancio serán moneda frecuente, y el beneficio del cambio parecerá demasiado lejano y poco “redituable”

Con todo esto, ¿debemos pensar que la harina puede compararse a la cocaína o al tabaco? Por supuesto que no. Sin embargo, tampoco se puede minimizar que su consumo desmedido puede tener consecuencias que nos afecten de manera real y tangible.

¿Cuales son los alimentos de los que estamos hablando? Productos de panadería como facturas o tortas, cereales azucarados, bebidas con azúcares añadidos como gaseosas, deportivas, batidos o jugos artificiales, postres y dulces como helados o chocolates, golosinas, condimentos procesados como ketchup, mayonesa, o barbacoa, comidas rápidas como hamburguesas, papas fritas o nuggets de pollo, snacks salados, barritas de cereal.

Es muy probable que entre lo mencionado haya mucho o todo lo que consumismos día a día. Incluso sabemos que no es lo más saludable, pero el día a día nos lleva a recurrir a estos alimentos, a veces casi de manera exclusiva. Este artículo no pretende enjuiciar ni dar soluciones mágicas, ni siquiera enumerar una serie de medidas a tomar. Pero tal vez si tomamos conciencia cuando vayamos a comprar podamos ir modificando de a una cosa por vez, cada uno podrá adaptarlo a sus gustos y necesidades, si es que decide ir haciendo un cambio gradual, pero el conocimiento es fundamental para poder elegir la vida que queremos.



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